En 1962, los Estudios Hanna-Barbera crearon a esta singular familia que
vive en alguna lejana galaxia y en un tiempo futuro. Gracias a Los Supersónicos, los niños de
mi generación imaginamos que algún día podríamos habitar en casas suspendidas
en el aire, que nos transportaríamos en naves espaciales y que además,
tendríamos en nuestra casa a un robot que se encargaría de atendernos sin
quejarse nunca.
Algunos consideran que esta caricatura es la versión futurista de Los Picapiedra. Para mí, las dos tienen
su particular encanto y creo que disfrutarlas por separado, sin ninguna
intención de intentar buscar similitudes, es la mejor manera de preservar en
nuestra memoria el grato recuerdo que nos dejaron sus emisiones por televisión,
sus estampas, historietas, peluches y demás juegos que sobre ellos se hicieron
hace mucho tiempo.
Las estampas 237 a 252 del Carnaval
de Hanna-Barbera nos presentan las aventuras de Los Supersónicos. Por cierto, la serie animada original (a la que
se refiere el álbum) consta de 24 episodios y además, se hicieron 3 películas
para la televisión.
La familia está compuesta por Súper Sónico, quien trabaja en una empresa espacial llamada Engranes Júpiter. Su jefe, el señor
Júpiter (en ocasiones se le llama Cosmo),
un hombre de baja estatura, escaso cabello y gran bigote, disfruta hacer la
vida imposible a su noble empleado y por eso, no desperdicia cada oportunidad
que se le presenta para molestarlo. Su voz al español estuvo a cargo de Carlos
Rotzinger.
En la serie de televisión aparecía de vez en
cuando un personaje igualito al señor
Rajuela. Él representaba la competencia de Engranes Júpiter. Sin embargo, sus técnicas no siempre son buenas
pues intentaba robarle al señor Júpiter todos sus secretos industriales (en más
de una ocasión intentó allegarse de tan preciada información valiéndose de la
inocencia de Súper.
La señora de la casa es Ultra (su voz al español la hacía Rita Rey) y es una compradora
compulsiva, por esta razón, la mayor parte del día la ocupa en visitar los centros
comerciales.
Lucero Sónico es una linda adolescente que
enfrenta los problemas típicos de la edad. Le gusta la música moderna y es, por
sobre todas las cosas, romántica y sentimental. Su voz al español la realizaron
alternadamente, Eugenia Avendaño y María Antonieta de las Nieves.
El pequeño Cometín
es el menor de la familia. Tiene apenas 6 años, es bajito y regordete y tan
pronto sale de la escuela, no piensa en otra cosa que no sea jugar al lado de
su mascota, el perro Astro, quien
gracias a su curiosidad y falta de pericia, constantemente mete en apuros a la
familia.
En el doblaje al español de Astro participaron Alejandro Ciangherotti, Sergio de Bustamante y
Jorge Arvizu.
La sensacional Robotina es la encargada de las labores domésticas en casa de la
familia Sónico. Es inteligente y servicial. A pesar de que es un modelo
antiguo, ningún robot podrá suplirla en sus quehaceres pues es considerada por Los Supersónicos como un miembro más de
la familia. Por cierto, Rosario Muñoz Ledo se encargó de realizar la voz de
este personaje en la serie doblada al español.
La narración de la caricatura estuvo a cargo de
Carlos David Ortigosa (en esa época hacía la presentación de las series de
televisión Combate, El Avispón Verde
y El Súper Agente 86, entre otras).
En la estampa 239 podemos ver a Cometín tripular su propia nave
espacial. Ha terminado un día más de clases en su Escuela Siglo XXI y, mientras
disfruta una paleta de caramelo, se dispone alegremente a jugar.
Cometín viste siempre un simpático
conjunto de peto color verde de una sola pieza y que incluso, le cubre
completamente los pies. Lleva una camisa blanca y un extraño collar en color
rojo que hace las veces de cuello. Su gorra es también verde y le queda chica
pues la visera apenas cubre la parte media de su cabeza. Esta singular gorra
tiene un diseño altamente sofisticado y muy ad hoc con la era espacial en la
que viven Los Supersónicos pues está
provista de una antena.
La estampa 243 nos muestra a la diligente Robotina realizando las tareas diarias que exige su ocupación.
Astro camina
contento y se prepara a disfrutar del enorme hueso que tomó del museo,
ignorando las consecuencias de su terrible equivocación. Su carácter distraído
y despreocupado lo podemos ver en la imagen que nos lo muestra la estampa 242
del Carnaval de Hanna-Barbera.
A pesar de que Supersónico sólo
trabajaba 3 horas al día durante 3 días de la semana y que en su trabajo
prácticamente todo se hacía a través de una gran computadora, su mayor
pasatiempo era disfrutar la siesta.
En muchas ocasiones, Astro se
encargó de interrumpir el dulce sueño de su amo. Las continuas distracciones de
este gran danés del futuro terminaban –la mayoría de las veces-, complicando la
vida de Supersónico.
Un ejemplo de esta repetida situación, la podemos ver en la estampa 245. Súpersónico descansa en el jardín y se
dispone a tomar un rico vaso de limonada.
Sin embargo, intempestivamente lo
arrolla Astro quien se divierte
persiguiendo al perro del vecino.
Por cierto, en ese tiempo las mascotas también gozan de los beneficios de
la ciencia pues se deslizan cómodamente en sus propios platillos voladores.
Por cierto, Los Supersónicos
disfrutaban pasar sus vacaciones en el planeta Venus. Vestían sus coloridos y
ligeros trajes de playa (ignoro si había playa) y además, usaban sus lentes
obscuros con diseños muy propios para la época.
En la página 30 y con la estampa 253 de Los Supersónicos disfrutando sus vacaciones, termina el espacio que
el Carnaval de Hanna-Barbera dedicó
a este clásico de las caricaturas.
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