Las estampas 195 a 211 están dedicadas a los personajes
que se presentaron en la exitosa serie de caricaturas que los Estudios
Hanna-Barbera produjeron entre 1968 y 1970 (se realizaron 17 episodios y en
cada uno de ellos se incluyeron 2 carreras). Me refiero a los sensacionales Autos Locos.
En cada carrera, los 11 competidores intentaban ganar el
curioso título de “El piloto más loco del mundo”.
La estampa número 196 nos presenta a los inigualables Hermanos Macana (Pedro y Roco), dos trogloditas que no hablaban
y que se comunicaban a base de sonidos guturales y a punta de garrotazos. Esta
singular pareja de seres sacados de la prehistoria, tienen completamente
cubierto el cuerpo con pelo (así como el Tío
Cosa de Los Locos Adams). Competían con el número 1 en su rudimentario
Rocomóvil, que era una gran piedra a la que le habían adaptado dos
pares de ruedas. En muchas ocasiones los Hermanos
Macana tenían que reconstruir su automóvil
usando sus grandes mazos, en otras, golpeaban fuertemente al motor para
acelerar la potencia (creo que dentro del Rocomóvil
se encontraba un ser misterioso de quien dependía el avance del mismo). Como un
dato curioso de esta singular carrera, los Hermanos
Macana casi siempre quedaban en segundo lugar.
El Espantomóvil aparece en las
estampas 197 y 208, en las que podemos verlo cruzar los pantanos sin ningún
problema.
Uno de los más recordados personajes de esta caricatura
es sin duda El profesor Locovich,
quien competía con el Súper Convertible. En la
estampilla número 198 se aprecia que este curioso vehículo tiene forma de barco
con ruedas, pero, gracias al ingenio de su conductor, prácticamente puede
transformarse en casi en cualquier cosa. El
profesor Locovitch utiliza su capacidad creadora para poner a disposición
de los demás competidores, sus excéntricos inventos a fin de sortear los
peligros naturales que se presentan en el camino o bien, para librarlos de las
miles de trampas ideadas por Pierre
Nodoyuna, aunque a veces, también las empleaba para atacar a sus rivales de
competencia. Alberto Gavira y Francisco Colmenero se encargaron de doblar al
español la voz de este personaje.
Y ahora, en la
estampa número 199 aparece el
sensacional Stukarrakuda, conducido por el Barón Hans Fritz,
y que competía con el número 4 (Pedro D’ Aguillón se encargó de hacer el
doblaje al español).
Como podemos ver, el Stukarrakuda
es una mezcla de coche y avión. Gracias a esta cualidad, puede volar para
sobrepasar por encima de los corredores. También –como los viejos aviones de la
Segunda Guerra Mundial-, tiene instalada una ametralladora, la que por cierto,
casi nunca su utiliza. Pero eso sí, casi siempre el Barón Hans Fritz, debido a los muchos años que tiene su nave,
continuamente pierde el control de la nave y en otras tantas, la hélice suele
desprenderse. Pese a estas circunstancias, el Barón Hans Fritz fue el ganador de la primera carrera de la
historia de Los Autos Locos.
En la estampa 200 podemos ver a Penélope
Glamour, linda jovencita que, a bordo de El Compact Pussycat
(número 5 en la carrera) se encargó de poner el toque femenino a la
competencia. Su auto deportivo estaba decorado con toques femeninos y de cada
compartimento, su dueña podía extraer una inmensa gama de cosméticos. Por
cierto, casi siempre sus accesorios fallaban y se convertían en auténticas armas
que, de manera accidental, actuaban contra el resto de los competidores. Como
se puede apreciar en la estampa número 210, Penélope Glamour tiene un romance secreto con Pedro Bello y es por eso que el gallardo piloto, pasa la mayor
parte del tiempo procurando asistir a su linda contrincante. Por cierto, Edith
Byrd tuvo a su cargo la voz al español de este personaje de las caricaturas.
¿Qué es esa cosa tan portentosa que compite con el número
6 y quiénes la tripulan? De acuerdo con la estampa 206 es el peculiar Súperchatarra
Special que es conducido por
2 singulares militares: el Sargento y el Soldado
.
El Superchatarra
Special es una extraña nave militar que bien puede confundirse con un
tanque de guerra o con un jeep y que además, está provisto de un poderoso
cañón. Como dato curioso podemos señalar que en ningún momento de la serie que
se transmitió en México (ni en el Carnaval
de Hanna-Barbera) se mencionan los nombres propios de estos pilotos, cuyas
voces al español fueron creación de Pedro D’Aguillón y de Juan José Hurtado.
La imagen de la estampa 202 nos trae a la memoria a una
serie de personajes entrañables para los niños de mi generación: Mafio y su pandilla a bordo de la
Antigualla Blindada, un
viejo auto de principios del siglo XX y que fuera rebautizado como Chugabum en la serie que más adelante se
comentará: Los peligros de Penélope. Esta pandilla de
malencarados y torpes aprendices de gángsters, sufre por las continuas
confusiones a la que se ven expuestos por los guardianes de la justicia, casi
siempre por intrigas de Pierre Nodoyuna.
Por ello, en diferentes ocasiones se ven en la imperiosa necesidad de realizar
todo tipo de actuaciones, ya como enanitos de Blanca Nieves o bien como niños
exploradores.
¿Te acuerdas qué método utilizaban para avanzar y rebasar
a sus contrincantes? Claro, recurrían a su arma secreta: la “potencia fuga”,
mediante la cual, los temibles pandilleros usaban sus piernas -al estilo de Los Picapiedra- para propulsar a la Antigualla. En alguna de las
retransmisiones que se hicieron de la serie, pude identificar en Mafio, la voz de Juan José Hurtado.
Las estampas 203 y 208 nos presentan a los competidores del curioso auto
número 8: El Alambique Veloz, un
maltratado auto de madera propulsado por una vieja y deteriorada estufa de
carbón y que conducía con toda calma y sin sobresaltos Lucas el granjero. Encima de él, mordiéndose las uñas, estaba el Oso Miedoso, quien gracias a su
nerviosismo y miedo exagerado, entorpecía los trabajos y estrategias
implementadas por su amigo para ganar la carrera.
Y ahora, toca el turno de presentar una auténtica
maravilla: el Superheterodino, que
competía con el número 9 y que conducía hábilmente Pedro Bello. Este automóvil de carreras
que a todos impactaba era un drag racer
con dos grandes ruedas traseras que contrastaban con la pequeñez de los
neumáticos delanteros. Sin embargo, a pesar de su espectacular diseño, en cada
carrera el poderoso vehículo exhibía sus carencias: debido a su fragilidad, con
el menor golpe, se desarmaba en mil pedazos.
Pedro Bello está enamorado
de Penélope Glamour y por esa razón,
siempre está dispuesto a brindarle ayuda cuando la distraída corredora se mete
en aprietos. Así puede apreciarse en la estampa número 210 en la que como todo
un caballero, permite que su novia secreta pase primero. Es importante destacar
que al ser Pedro Bello un auténtico
piloto de carreras y que su auto es el más equipado para competir, es quien más
carreras ganó a lo largo de toda la serie. En la estampa 204 podemos apreciar
en todo su esplendor a esta joya de la ingeniería automotriz, mientras su
risueño conductor disfruta la carrera. José Manuel Rosano prestó su voz a Pedro Bello en la serie de televisión.
Brutus (un leñador malencarado)
y Listus (un castor), conducen el
auto marcado con el número 10, el famoso Troncoswagen,
una sencilla carreta de madera equipada con filosas sierras circulares que
hacen las veces de neumáticos. Gracias a esta herramienta, pueden cortar
prácticamente cualquier obstáculo. Tienen además, fama de conductores agresivos
y sin escrúpulos para rebanar a cualquier rival que se atreva a obstaculizar su
paso.
La imagen del Troncoswagen y de
sus malosos tripulantes podemos verla en la estampa 205 del Carnaval de Hanna-Barbera.
Los villanos de la serie, Pierre
Nodoyuna y su perro Patán
corrían en el auto número 00 que era ni más ni menos que un Súper
Ferrari (provisto de todo
tipo de armas). Este par de malosos –si se lo hubieran propuesto en buena ley-,
podían ganar sin ningún problema todas las carreras en las que participaban.
Sin embargo, estaban empecinados en realizar todo tipo de trampas para que
los demás corredores no pudieran avanzar.
Al final del día, los malos eran víctimas de sus propios enredos y por esta
circunstancia, jamás lograron ganar una carrera (de hecho nunca la terminaban).
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